The same (sort of) but in English

lunes, 24 de febrero de 2020

Gambela



Los fines de semana son tan largos que me dio por dibujar en Paint. Ilustra esta entrada una de mis más recientes obras. El calor aplasta, evapora las ganas de moverse y es que, aunque saliera, me encontraría con lo mismo de siempre: la calle larga y polvorienta con su basura y sus perros flacos buscando la sombra. En las esquinas, por quién sabe qué misterio, aparecen los niños que me llaman, se me acercan, me dan la mano. 

Después de un rato llegamos al río. Es lindo el río, y ofrece un paisaje bastante peculiar. Un verdadero espacio multiusos. A la derecha una familia se baña, rodeada de niños que corren y juegan, un poco más adelante un grupo de mujeres lava la ropa y a la derecha, un grupo variopinto de automóviles en fila: moto-taxis, coches, camionetas que los hombres limpian. Aquí no discriminamos a nadie. Finalmente, en algún punto, ahora mismo no se ve, pero sabemos que está ahí, un cocodrilo.  

Todavía un poco más adelante tenemos la glorieta de la cabra donde uno pensaría que puede elegir, pues no. Tienes que seguir recto. El camino de la izquierda lleva a una calle cerrada (más que una calle cerrada, una calle completamente abierta a la nada, a un descampado), el camino de la derecha lleva al hotel Baro, así que seguimos derecho rumbo a todo lo demás. Un súper que no tiene casi nada y un mercado que tiene objetos inimaginables. En este punto tu cuerpo ha perdido tanta agua y estás tan pegosteoso y caliente que tienes que parar. La última vez yo opté por entrar al súper a comprar la paleta de helado más cara de la historia, pero hay más opciones de refugio disponibles. 

En ese momento te das cuenta de que estás terriblemente lejos, porque aunque la distancia sea la misma, ahora estás cansado, muy cansado. Lentamente, emprendes el camino de vuelta. Te detienes en uno de los últimos puestos a comprar plátanos (es esencial en estas condiciones no llevar nunca más peso del imprescindible). 

Entonces pasa Gambela. Estás a punto de entrar cuando escuchas tu nombre. Están bebiendo té, cerveza, vino, café, agua embotellada o todas las anteriores sentados (no es genérico inclusivo, es literal, hombres. Aquí casi no hay mujeres) en sillitas de plástico o tablones de madera y hablan. La conversación ofrece un manú bastante amplio, hasta ahora yo me he deleitado con: breve historia de Etiopía, por qué Lucy no puede ser tu pariente, ¿es posible que las personas que no tienen religión tengan moral?, hábitos de los Nuer, introducción al amhárico, feminismo, no todos los mexicanos se drogan, entre algunas otras. 

Entonces el tiempo pasa más rápido, el sudor se seca, me acuerdo que estoy en África y el día valió la pena. 





2 comentarios:

  1. Te leo y camino contigo esa calle polvorienta, te pienso y siento el calor que sufres. Vivo tu sueño contigo. Pienso: que experiencia tan rica estás viviendo. Lo vivo contigo desde aquí. Te quiero.

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  2. Te pienso a menudo mientras camino por estas calles, te quiero.

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