The same (sort of) but in English

lunes, 3 de febrero de 2020

Mujeres





El gobierno está tan ocupado haciendo política que no le dan a la gente ni lo más básico. No sé cómo llegamos a esta conversación. Estamos los tres apoyados afuera de la puerta de mi cuarto, de manera improvisada justo a punto de irnos, tal como suelen empezar las mejores conversaciones. 


Ella es joven, su inglés es bueno, su voz, seria y profunda. La importancia que imprime en cada palabra puede palparse. Se trata de una injusticia que la interpela desde muy hondo. Es una historia que debiera ser contada en lengua materna. 


Su primera frase es lapidaria: 

-Las mujeres, cuando nos casamos, ya no somos personas. Nos tratan como cosas. ¿Sabes? Yo soy una segunda esposa. 


Guardo silencio porque no sé qué decir. Quiero preguntarlo todo, pero tengo miedo de lastimar, de asumir, de no asumir. Por suerte mi gesto se adelanta y Choll explica. Es porque le pertenecemos al marido. Sigo sin encontrar algo que decir y ella continúa. Cada vez más rápido, en un tono cada vez más fuerte pero siempre clara, responde a lo que no me atrevía a preguntar: No, claro que no nos gusta. Nosotras no podemos elegir, no le podemos decir que no nos gusta y sí, la ley dice que ya nos podemos divorciar, pero, ¿la ley? aquí no gobierna la ley, aquí manda la costumbre y además, la verdad es que nadie sabe lo que pasa en Gambela. ¡Y quién se va a querer divorciar si te van a ver mal y además se van a quedar con tus hijos! 


En este punto decido que voy a dedicarme a escuchar, porque en medio de mi aturdimiento encuentro que es lo único que puedo ofrecer y ella, sin saberlo, va respondiendo a muchas de las preguntas que me habría gustado hacerle. 


Por eso muchas mujeres se ven tan viejas, porque han tenido muchos hijos y están tristes. Además, cuidar a los hijos es mucho trabajo. También es por eso que casi no nos escogen en las entrevistas de trabajo. Sí es verdad que a las mujeres les va peor, pero no es porque no sean listas o no quieran estudiar, es porque tenemos menos tiempo desde siempre, desde niñas. 


Claro que no nos gusta -repite- pero muchas mujeres piensan que como así ha sido siempre no podría ser de otra manera. Para pelear por los derechos es necesario conocerlos, si no, da mucho miedo, ¿sabes? 

Yo a mis hijos les hablo, a los cinco, y los trato a todos igual para que entiendan que también las mujeres somos personas. Es poco, pero significa hacer algo y hasta eso tiene su riesgo. Si el padre escucha, nos pega.


-¿Y... la escuela? dijo yo, bajito. ¡No, todos los maestros son hombres! 


Se inclina por un foro. Un espacio donde todas puedan hablar. Entre todas, está segura, acabarán dando con una solución.  


-¿Tú crees que fui clara? me dice, seria. Yo tengo que hacer algo.


Triste que las mujeres de Gambela, aunque se sientan tan solas, no estén solas.   


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