Llegué demasiado temprano y me senté a esperar. ¿A esperar
qué? Que pase el tiempo. La idea se me quedó en la cabeza: "estoy sentada
en la banqueta esperando a que pase el tiempo".
Después de unos minutos alcancé a ver con el rabillo del ojo
que alguien venía. Me giré inquieta, pensando ¿¡Será el tiempo!? Pero no, sólo
era un bato en bici.
Cuando miré la hora, ya se me había hecho tarde.
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