The same (sort of) but in English

lunes, 13 de enero de 2020

Frey



Antes nosotros éramos una buena civilización. Fuimos de las civilizaciones más avanzadas hace muchiiiiiisimos años. Todavía algunos de nuestros antepasados hicieron historia, pero los de mi generación no vamos a hacer historia. Somos un país atrasado. Tal vez volvamos a hacer historia, pero en muchiiiiisimos años. La culpa la tiene la religión. 

Nos esclavizaron y después nos trajeron la religión, que para mí es otra forma de esclavizar porque te destruye la mente. Nos quitaron nuestra cultura, nos trajeron la religión que no nos deja trabajar porque tenemos miedo. Hay muchos santos, muchos días festivos en los que tienes que quedarte en tu casa. Hace poco fue Navidad y en unos días viene la fiesta de... ¿cómo se llaman esos con alas? ¡Ángeles, sí! La fiesta de Gabriel, ese es un ángel. Si es así todo el tiempo, ¿cómo vamos a mejorar?

Rezar es bueno. Hay que estar con dios. Pero eso se puede hacer en un momento antes de salir de tu casa y tener algunos días festivos, sólo las fechas muy importantes, pero sin dejar de trabajar. 

Además, también nos roban. A los que tienen una mente muy buena les ofrecen un poco de dinero en algún país extranjero y se los llevan. Nos quitan a los inteligentes. Digo que nos los roban porque esos, aunque vuelvan, ya son distintos. Ahora ven las cosas de otro modo y dejan de ser parte de nosotros, por eso muchos se quedan allá. 

Todo esto me lo explica Frey a raíz de que me acerqué a preguntarle qué se podía hacer un domingo en Addis Abeba y me sugiriera ir a la plaza de Menelik II si quería saber algo más de su historia, de la que también me explica un poco. Me cuenta cómo es que Etiopia, Djibouti y Eritrea fueron en algún tiempo el mismo país y las razones de que ahora estén divididas y se enreda en una discusión con Abraham, que llegó hace un momento, sobre su calidad de héroe patrio. 

Salam! Yo saludé a Frey en amhárico por hacer la gracia, pero el resto de la conversación se dio entre inglés, gestos y Google, y se vio interrumpida sólo por las escasas ocasiones en las que ella tuvo que contestar el teléfono o atender a algún otro huésped, cerca del final del final de una jornada de 24 horas por la que le pagan $1.50 dólares.  




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